Jorge Palacios Alvear
Azuay, y particularmente su capital Cuenca, ha sido por décadas un referente de seguridad y calidad de vida en Ecuador. Sin embargo, en los últimos meses, la provincia ha experimentado un preocupante aumento en la criminalidad, con robos a mano armada, asaltos en carreteras, extorsiones y hasta sicariato.
Uno de los eventos más recientes y alarmantes ocurrió en El Cajas, una de las zonas turísticas más visitadas del país, donde un grupo de delincuentes armados asaltó un restaurante, sometiendo a sus empleados y clientes, golpeando a dos personas y robando dinero, celulares y una camioneta. Este incidente ha generado temor en la comunidad y ha encendido las alarmas sobre el avance del crimen organizado en la provincia.
La percepción de seguridad en Cuenca y sus alrededores se ha visto afectada por otros delitos de alto impacto, como robos en locales comerciales, asaltos a transeúntes en zonas residenciales y la proliferación del microtráfico, un fenómeno que ha ido en ascenso en barrios periféricos y en centros educativos.
Factores detrás del aumento de la delincuencia en Azuay
Diversos analistas en seguridad concuerdan en que la ola de criminalidad en la provincia no es un fenómeno aislado, sino el resultado de varios factores que han convergido para hacer de Azuay un nuevo foco de la violencia en Ecuador. Entre los principales elementos destacan:
- Desplazamiento del crimen organizado
Con el endurecimiento de operativos policiales y militares en Guayas, Manabí y Esmeraldas, muchos grupos delictivos han buscado nuevas zonas de operación, desplazándose a regiones como la Sierra Sur.
Azuay, al ser un punto estratégico entre la Costa y el Oriente, se ha convertido en una ruta de paso para el narcotráfico y otras actividades ilícitas.
- Expansión del microtráfico y presencia de bandas locales
Si bien Azuay no era tradicionalmente un foco de tráfico de drogas, en los últimos años ha surgido un mercado de consumo interno que ha permitido la proliferación de microtraficantes y el ingreso de bandas organizadas que controlan la distribución de sustancias ilícitas. La Policía ha identificado la presencia de grupos asociados a Los Lobos y Los Tiguerones, quienes buscan establecerse en la provincia.
- Crisis económica y desempleo
El aumento de la pobreza y la falta de oportunidades laborales, agravadas por la crisis económica post-pandemia, han llevado a que más personas se vean atraídas por actividades ilegales como el robo y la extorsión. Muchos jóvenes, sin acceso a empleo formal, han sido reclutados por bandas criminales que operan en barrios marginales.
- Falta de recursos y personal policial insuficiente
A pesar del incremento de la delincuencia, el número de efectivos policiales en Azuay sigue siendo limitado, lo que dificulta la capacidad de respuesta ante emergencias. Las autoridades locales han pedido mayor refuerzo de unidades especializadas en inteligencia y control del crimen organizado, pero hasta el momento, los operativos siguen siendo esporádicos y reactivos.
- Débil infraestructura de seguridad
La ciudad de Cuenca y otras localidades de Azuay cuentan con pocos sistemas de videovigilancia en comparación con otras ciudades del país. Además, muchas cámaras instaladas en el pasado han quedado fuera de servicio por falta de mantenimiento, lo que reduce la capacidad de monitoreo de las autoridades.
¿Cómo frenar la ola de criminalidad? Estrategias para recuperar la seguridad
Ante este preocupante panorama, es urgente que se implementen medidas integrales y coordinadas entre el Gobierno Nacional, el Municipio de Cuenca y la ciudadanía para frenar la expansión del crimen en Azuay. Algunas de las estrategias más importantes incluyen:
- Refuerzo policial y militar en zonas críticas
– Incremento del pie de fuerza policial en Cuenca y otras ciudades de Azuay. Es necesario que más efectivos sean desplegados en puntos estratégicos, incluyendo patrullajes en carreteras y en sectores turísticos.
– Creación de unidades especializadas en combate a bandas delictivas y narcotráfico, con inteligencia enfocada en la identificación y desarticulación de grupos criminales.
– Mayor presencia militar en zonas rurales donde operan bandas organizadas.
- Tecnología y videovigilancia
– Ampliación del sistema de cámaras de seguridad en las principales calles y barrios de Cuenca, con monitoreo en tiempo real.
– Instalación de arcos de reconocimiento de placas en las principales carreteras de la provincia para identificar vehículos sospechosos.
- Control en las carreteras
– Patrullajes permanentes en la vía Cuenca-Molleturo-Guayaquil, una de las rutas donde se han reportado asaltos a conductores.
– Mayor control en los accesos a la ciudad para prevenir el ingreso de delincuentes de otras provincias.
- Combate al microtráfico y fortalecimiento del tejido social
– Implementación de operativos permanentes contra el tráfico de drogas en barrios vulnerables.
– Programas de prevención y empleo juvenil, dirigidos a reducir la captación de jóvenes por parte de las bandas delictivas.
- Participación ciudadana y medidas de autoprotección
– Creación de redes de seguridad vecinal, donde los habitantes trabajen en conjunto con la Policía para reportar actividades sospechosas.
– Capacitación a comerciantes y empresarios sobre medidas de seguridad para evitar ser víctimas de robos.
– Denuncias anónimas seguras y efectivas, garantizando la protección de testigos.
El avance de la delincuencia en Azuay y Cuenca representa un reto urgente para las autoridades y la sociedad. La transformación de la provincia en un foco de actividad criminal no es un destino inevitable, pero requiere acciones inmediatas y contundentes.
La clave para frenar esta crisis radica en la combinación de mano dura contra el crimen organizado, fortalecimiento de la seguridad ciudadana y generación de oportunidades económicas. Si no se actúa de inmediato, Cuenca podría perder su reputación como la ciudad más segura del Ecuador, cediendo su tranquilidad al avance implacable de la violencia
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