La actriz francoitaliana Claudia Cardinale, ícono del cine europeo y figura imprescindible de la cinematografía de los años 60, falleció este martes 23 de septiembre a los 87 años en Nemours, cerca de París, donde residía. Así lo confirmó su agente, Laurent Savry, en declaraciones a la agencia AFP, sin especificar la causa de su muerte. Cardinale murió rodeada de sus hijos.
Con una carrera que abarcó más de seis décadas, Cardinale se convirtió en musa de grandes cineastas como Federico Fellini, Luchino Visconti, Richard Brooks, Henri Verneuil y Sergio Leone. Su elegancia natural, fuerza interpretativa y magnetismo en pantalla la convirtieron en una de las actrices más admiradas de su generación.
“Nos deja el legado de una mujer libre y llena de inspiración, tanto en su trayectoria como artista como en su vida personal”, expresó su representante.
La noticia ha generado múltiples reacciones en el mundo cultural. El ministro italiano de Cultura, Alessandro Giuli, lamentó profundamente su partida, calificándola como “una de las mayores actrices italianas de todos los tiempos”. En un comunicado oficial, destacó su “gracia italiana” y “belleza particular”, cualidades que, unidas a su talento, la hicieron inolvidable en cada uno de sus papeles.
Cardinale es recordada por su participación en películas emblemáticas como “El gatopardo” (1963), de Visconti; “Érase una vez en el Oeste” (1968), de Leone; y “La pantera rosa” (1963), de Blake Edwards. Su nombre figura junto al de otras grandes estrellas del cine italiano como Sophia Loren y Gina Lollobrigida.
Más allá de su legado artístico, Claudia Cardinale también fue una voz activa en temas sociales, especialmente en la defensa de los derechos de las mujeres. Su muerte marca el fin de una era dorada del cine europeo.
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