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Con chalecos antibalas en el escenario: Armonía 10 enfrenta la violencia en Perú

La cumbia peruana vive momentos oscuros. La reconocida agrupación Armonía 10, aún golpeada por el asesinato de su vocalista Paul «El Ruso» Flores en marzo pasado, reapareció el último sábado en un concierto marcado por la tensión y el miedo. Esta vez, sus integrantes subieron al escenario vistiendo chalecos antibalas, una imagen que refleja la grave crisis de seguridad que atraviesa el país.

El hecho ocurrió durante una presentación en el estadio Solís García, en el distrito limeño de Lurigancho-Chosica, apenas días después del ataque armado que sufrió otra emblemática banda, Agua Marina, en pleno concierto en Chorrillos. En ese atentado, dos hombres dispararon desde la parte trasera del escenario, dejando a cuatro músicos y un vendedor ambulante heridos de bala.

El reciente episodio reavivó la preocupación por la violencia dirigida al gremio artístico, en un contexto donde las bandas del crimen organizado han extendido sus redes de extorsión y terror más allá de viviendas y comercios, alcanzando ahora a agrupaciones musicales.

Durante la presentación, el cantante Irvin Saavedra anunció su retiro de Armonía 10, argumentando motivos de seguridad y bienestar personal. Su salida se da en medio de una ola de amenazas que ha puesto al género tropical bajo fuego cruzado.

En paralelo, desde Madrid, durante un concierto por el Día de la Hispanidad, el grupo Bareto también alzó la voz. Su vocalista, Rolo Gallardo, denunció la connivencia entre el crimen organizado y el poder político, en un mensaje contundente:

«Violencia que viene de organizaciones criminales que están desde el Gobierno hasta las calles. Estamos hartos, carajo. ¡Viva el Perú!».

El atentado contra Agua Marina se convirtió, además, en un detonante político. La indignación ciudadana y la presión generada por el ataque aceleraron la caída del gobierno de Dina Boluarte, destituida horas después en medio de una crisis institucional cada vez más profunda.

La violencia no se limita al ámbito cultural. Este mismo mes, empresas de transporte urbano paralizaron Lima con una huelga masiva, exigiendo garantías frente al incremento de extorsiones y asesinatos. El país se enfrenta a una situación crítica, donde la cultura, la economía y la política se entrelazan bajo la sombra del crimen organizado.

Mientras tanto, el público, lejos de acostumbrarse, ha volcado su indignación a las redes sociales, denunciando una realidad cada vez más insostenible: “Ya ni los músicos pueden cantar sin miedo”, se lee entre los cientos de mensajes que acompañan las imágenes de Armonía 10 enfundados en chalecos antibalas, intentando hacer lo que mejor saben hacer: llevar alegría, incluso en tiempos oscuros.

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