Por: Jorge Palacios Alvear
A las 4:50 de la madrugada, comenzábamos lo que se preveía como un viaje rutinario de Cuenca a Quito, con la expectativa de participar en el “Seminario Internacional A.B.C. de la Comunicación en la Era de la Inteligencia Artificial”. Sin embargo, lo que inicialmente parecía ser un trayecto común y corriente se convirtió rápidamente en una auténtica odisea, llena de sorpresas y momentos de tensión.
El autobús, perteneciente a la empresa “Transporte Patria”, lejos de ofrecer la comodidad que se esperaba de un servicio interprovincial, se transformó en un vehículo con características de transporte urbano. Durante todo el recorrido, el bus realizó al menos 150 paradas, una tras otra, en diversas localidades, interrumpiendo constantemente el flujo del viaje. Las personas subían y bajaban sin cesar, mientras vendedores ambulantes voceaban sus productos, haciendo que el ambiente se volviera agobiante. A esto se sumaba la falta de ventilación adecuada, lo que contribuyó a una experiencia incómoda para los pasajeros.
Sin embargo, la situación tomó un giro aún más grave cerca de nuestra llegada a Quito. Un individuo, de aspecto intimidante, se subió al autobús a escasa distancia de la terminal. Con tono amenazante y una actitud coercitiva, comenzó a dirigir comentarios subliminales hacia los demás pasajeros, asegurando que era un miembro de una banda terrorista recién salido de prisión, con apenas cuatro días de libertad. En un tono desafiante, el hombre instó a los viajeros a comprarle mercancías, insinuando que, de no hacerlo, estarían de acuerdo con las prácticas del crimen organizado y, en consecuencia, serían responsables de su posible regreso a la delincuencia.
La situación desbordó rápidamente, originando un fuerte enfrentamiento verbal entre el agresor y mi colega de viaje, quien no dudó en confrontarlo, censurando sus amenazas y recordándole la inaceptable coerción hacia los demás pasajeros. El incidente dejó en evidencia la falta de control sobre la seguridad a bordo de los vehículos de la empresa.
Este lamentable episodio pone de relieve la urgente necesidad de que «Transporte Patria» adopte medidas más estrictas en cuanto al control de sus operaciones. Es imperativo que la empresa garantice un servicio seguro y cómodo, evitando la toma de pasajeros en puntos no autorizados y asegurando la tranquilidad de los usuarios en un contexto de creciente inseguridad en el país.
En tiempos donde la violencia y la delincuencia parecen estar cada vez más presentes, la responsabilidad de las empresas de transporte no solo es brindar un servicio eficiente, sino también garantizar la seguridad de quienes confían en sus servicios. Este tipo de situaciones, lejos de ser aisladas, requieren una reflexión urgente sobre los protocolos de seguridad y control dentro del transporte público.
Excelente denuncia sobre Transporte Patria y la inseguridad vivida por los pasajeros. Esperamos que los ejecutivos actúen inmediatamente.